viernes, agosto 21, 2009

Cap 6 parte 1 "Dulce prisionero"

Me despertaron las frías gotas de lluvia golpeándome en la espalda. O al menos eso creí al principio, hasta que ví la fantasmagórica mano que se posaba sobre una de mis patas delanteras. Me sobresalté al punto de levantarme fugazmente sobre mis cuatro patas en pose amenazante y gruñir furioso; yo no tenia la culpa, este cuerpo agudizaba mis sentidos y vulcanizaba mis emociones. La chica que antes estaba hincada a mi lado profirió un grito mudo y se alejó, perdiendo el equilibrio y golpeándose contra el suelo. Me miró aterrorizada. No. Lo ultimo que quería era asustar a mi princesa. Pero mas asustado estaba yo, al pensar en lo cerca que estuve de terminar como Sam, lamentándome por el resto de mi existencia.
No podía hablar en este cuerpo así que la miré de la manera mas reconfortante que pude. Me senté en mis cuartos traseros y saque la lengua, esperando que entendiera el mensaje.
Pero me seguía mirando de manera perturbada. ¿Había algo que no cuajaba en esta escena?¿Acaso yo, dormido, debajo de su ventana y con el cuerpo cubierto de pelo?
No podía hablar con ella y explicarle (aun no estaba seguro si Bella debía saber la verdadera razón por la que estaba ahí), pero no podía transformarse frente a ella y dejar que me viera desnudo. ¿Qué podía hacer? No podía alejarme tan bruscamente porque tal vez se volviera asustar.
Pero mi chica sabía entenderme. Me sonrió amigablemente y se levantó, sacudiendo la hierba de sus jeans, ahora mojados.
- El desayuno te espera adentro, perro guardián. Espero que te gusten las croquetas.
Me dejó solo en la lluvia, empapado y confundido. Tenia que estar bromeando. ¿Se atrevió a decirme perro? Mala elección de palabras, princesa.

Entré por la puerta de enfrente y caminé hasta la cocina, guiado por el familiar olor a comida recién cocinada; huevos revueltos y pan tostado, si mi olfato no me engañaba (¡por supuesto que no lo hacia!). Y ahí parada en medio del cuarto mi Bella, la culpable del mas reciente crimen del día. Hora de jugar…
- Y aquí puede ver, televidentes, una de las técnicas de caza del lobo. Vean como se esconde entre la hierba, acechando a su presa. Esta vez le toca la mala suerte a una criatura poco común de los bosques de América. Isabella Swan, la llaman los biólogos… - me fui acercando lentamente a Bells, mientras ella me miraba con cara de interrogación y una sonrisa torcida mientras ponía los platos en la mesita. - . Dicen de esta especie, los expertos, que es una criatura sumamente torpe, y no sabe medirse a la hora de provocar a los lobos, para los cuales tiene un excelente sabor…
Pero su sonrisa torcida se borró inmediatamente de su rostro, mientras miraba hacia otro lado que no fuera a mí. Mierda, cágala de nuevo y si te creo que seas un perro. Lo último que quería era recordarle aquella otra criatura, para la cual también tenía buen sabor. Mi animal interior dio un gruñido, pero el hombre enamorado en mí simplemente se acercó a la chica y la abrazó por la espalda, mientras ella ponía lo cubiertos. Solo pensaba en reconfortarla.
- Lo siento, cariño. Fue mi error.
Se giró entre mis brazos y me rodeó el cuello.
- Esta bien, Jake. No importa. No debí reaccionar así.
Cuando por fin la miré bien a los ojos, noté algo diferente. Había algo que le incomodaba. Y estaba seguro que no era por lo que acababa de pasar.
- ¿Estas bien?¿De veras?
Torció la boca y bajo la mirada. Pero después me dio un pequeño beso en los labios y me miró otra vez.
- Todo esta bien, de veras. Ven, tu desayuno se enfriara.
Nos sentamos a la mesa. Algo no me olía bien. Y no eran los huevos y el pan tostado.



Aquél comentario me había recordado la noche anterior. No podía evitarlo. Algo no se sentía igual como los otros días. Además que todavía no entendía que estaba haciendo Jacob dormido debajo de mi ventana y en su forma lobuna. Algo no andaba bien, podía sentirlo. Pero yo esperaba que no tuviera nada que ver con la sensación de hace horas. No podía ser, simplemente. No podía.
Jacob comenzó a comer (o debo decir, ¿tragar?) el desayuno. Estaba tan acostumbrada a su forma de comer que no me sorprendió que yo apenas me había llevado un bocado a la boca y el ya iba por su segunda porción. De verdad iba a extrañar hacerle el desayuno a Jacob cuando el entre de nuevo a la escuela. La escuela, eso me recordó…
- Hey Jacob. Tengo unas buenas nuevas.
-¿Mmmm? – tragó el bocado de su boca, y me miró extrañado. - ¿Qué pasa?
- Tengo nuevo trabajo. Y no va evitar que nos veamos por las tardes para ayudarte con tu tarea de joven preparatoriano.
Me sonrió con esos dientes brillantes que tanto me gustaban y tomó mi mano recargada en la mesa.
- ¿De veras? Esa idea me fascina, abuelita creída. ¿Vas ayudarle a Charlie o algo así?
- No tontuelo. ¡Eso me llevaría todo el día! Conseguí trabajo en la preparatoria de Forks como secretaria. No es mucho trabajo y la paga es buena. ¿Esta bueno, verdad?
Me emocionaba pensar que había tiempo suficiente en mi horario como para que Jacob pasara por mi en la moto a la hora de salida y pasar los días juntos. En su casa o en la mía, ya no había diferencia alguna. Las dos eran mi hogar. Además así podía comenzar ahorrar la lana para la universidad, una casa… cualquier cosa que esperara por nosotros en un futuro cercano.
Jacob terminó de comer, se bebió el jugo de un solo trago y me levantó sobre sus hombros, llevándome de cabeza hasta el sillón en la sala. Me tomó de la cintura y me posó encima de el, con nuestras caras una frente a la otra y nuestro brazos aferrados el uno al otro, sonriéndonos mutuamente y disfrutando el momento. Y olvidando todo lo que había pasado aquellas últimas horas.
- Genial. – me dijo, dándome pequeños besos en el cuello en las mejillas. Yo simplemente me derretía cada vez que hacia eso. – eso significa que tenemos el resto del día para nosotros solos de aquí en adelante.
- Y las noches… - le dije, pícaramente. Y entonces pasó.
Jacob borró la sonrisa de su rostro y se puso muy serio, mirándome tan profundamente que casi me pierdo en la oscuridad de sus pupilas. Fue como un choque eléctrico que iba y venía de su cuerpo al mío. Como dos imanes luchando contra la materia que los separa, para acercarse y unirse en uno solo. Entonces lo besé. Y estaba en todas partes. Y no había nada mas. Dejó de importarme si lo que pensé ver ayer en la ventana fue un sueño, deje de pensar en lo que sentí cuando vi a Jacob dormido bajo la lluvia. Deje de pensar en donde estaba. Solo había una cosa en la cual concentrarse, y esa eran los labios de mi novio, y las cosas que me estaba haciendo sentir debajo del ombligo.

No hay comentarios: