sábado, junio 27, 2009

Cap.4 "Pequeño Paraíso"

Desperté con el Sol dándome en la cara. La noche había sido fresca y había dormido con la ventana bien abierta. Por eso se me hacia raro que no estuviera nublado, a estas horas, esta época del año y en este lugar del país. Me levanté y puse mis manos en el marco de la ventana. Deje que los rayos del sol bañaran mi piel y me llenaran de energía. Así que así se sentía. Era el primer día del resto de mi vida. Mi vida como humana. Era extraño escucharlo; cualquier otra persona no le vería el significado que le daba a mi existencia el haber terminado con mi primer novio. Para ellos nada cambiaba, porque nunca habían tenido la oportunidad de decidir entre la vida eterna o la existencia mortal. No era algo que se podía a tomar a la ligera.
Me puse a recordar momentos del día ayer. Ese día había empezado tan dolorosamente, pero mientras la tierra giraba también mi vida había dado un vuelco de 180 grados. De lo eterno, a lo temporal. Del lujo y extravagancia, a la sencillez. Del frío al calor. Y por lo que veía, el mundo estaba contento con mi decisión. Era un bonito día, perfecto para pasarlo con Jacob.

Me di una ducha larga y fría, dejando que el chorro de agua relajara mis músculos y me refrescara. Me sentía viva, como si me hubiera quitado un peso de los hombros.
Ya vestida, bajé a desayunar. La patrulla de Charlie ya no estaba. Me serví un cereal y me puse a divagar de nuevo. Ahora que había terminado el instituto, no tenía planes futuros. No me había inscrito a ninguna universidad, entonces tenía el semestre libre. Pensé en conseguir un trabajo que no fuera el negocio de los Newton. Quizá podría juntar un poco mas de dinero mientras pensaba bien mis opciones educativas. De verdad quería ir a la universidad ahora que lo tomaba en cuenta, quizás pudiera esperar un año mientras Jacob terminara su ultimo año de prepa, y estudiar algo juntos. Si, podíamos juntar dinero para mudarnos de una vez… Sonreí para mis adentros; sabia que me estaba yendo demasiado lejos en mis planes, pero ahora todo lo veía con claridad. Veía mi vida realizada a su lado, y veía el final que iba a tener. Un final feliz, como de cuento de hadas.

Sonó el teléfono y me despertó de mi imaginación. Desorientada me levante para contestar.
- ¿Diga?
- Buenos días, Caperucita. – Era la voz que quería escuchar. La única voz que importaba ahora.
- Hola, Jake. Me da gusto oírte.
- ¿Lista para salir?
- ¿A donde? Todavía no hemos hecho planes. – Anoche no habíamos quedado en nada realmente.
- No los necesitamos, conmigo todo es espontáneo, nena. Te veo en poco tiempo, pasaré por ti. Toma tu traje de baño y una toalla.
- Claro, señor espontaneidad.
Si tenia planes después de todo. Supuse sin duda alguna que iríamos a la playa, pues que mejor lugar para pasar en un día soleado.




Que buena sorpresa le iba a dar a Bella cuando viera en que llegaría a su casa. Yo se que ella extrañaba mucho este medio de transporte. Incluso la dejaría manejar, si es que no lo había olvidado ya. Hoy era un día especial. El primer día del resto de mi existencia, y no podía haber mejor clima para festejarlo.
Mientras aumentaba la velocidad de la moto, sentía el viento fresco golpeando mi cara y mi pecho; era casi como cuando corría en el bosque, la noche anterior. La noche anterior… no era necesario informar a Bella de la visita de Edward, era demasiado fuera de lugar y no quería que se deprimiera otra vez. Se oía de bastante buen humor en el teléfono.
Llegue por fin a casa de Bells, y estacione la moto afuera, no sin antes hacer rugir el motor como un león de mal humor. Vi como se movían las cortinas de la cocina y en pocos segundos allí estaba en la puerta. Llevaba unos sencillos pantalones de mezclilla, zapatillas converse y una playera de botones a cuadros azules. Se veía perfecta. Bella no necesitaba mucho tiempo frente al espejo, porque ya de por si era hermosa. Su cabello largo y castaño siempre tiene un brillo como de seda, y enmarcaba perfectamente los huesos delicados de su cuello. Me derretía al pensar que ahora todo eso era para mí, y no lo tenía que compartir.
Me quite el casco mientras ella se acercaba con cara de sorpresa al ver la monstruosa moto negra que alguna vez le perteneció.
- Sorpresa. – Tomé su rostro entre mis manos y deje que mis labios rozaran los suyos, muy ligeramente, casi como una caricia mas que un beso. Bella cerró los ojos y me tomó de la cintura, mientras abría ligeramente la boca. Pasé la punta de mi lengua por su labio inferior muy lentamente, mientras saboreaba su aliento fresco que olía a hierbabuena. Bese solamente su labio inferior, mi favorito, y luego uno mas pequeño en la comisura de los labios.
- Ya puedes abrir los ojos, Bella. – Le dije, mientras le daba otro beso en la frente.
- Jacob.. – me dijo, sonriendo, mientras me abrazaba fuerte por la cintura y yo rodeaba sus hombros con mis brazos, olfateando las flores de su cabello.
- ¿Lista para irnos?
- Mas que lista, ¿pero a donde vamos?
- Bueno eso depende, ¿todavía recuerdas como manejar la moto?
Torció un poco la boca, como dudando. Quizá Bella podía manejar otro día.
- Súbete, yo manejo. Quiero que conozcas un lugar.
Le puse el casco y emprendimos el viaje.




Habíamos tomado la carretera de vuelta a la Push, entonces pensé que mi sospecha de la playa era correcta. No sabía si ahí era a donde nos dirigíamos, pero no me importaba. Ir abrazada a la cintura de Jacob mientras aceleraba me hacia sentir mariposas en el estómago. El viento era frío a pesar del sol, y yo no iba nada abrigada, pero el cuerpo de Jacob me protegía, además que me ayudaban mucho sus grados centígrados sobre la media. Podía sentir los músculos debajo de su playera de algodón contraerse cada vez que tomábamos una curva o cambiaba de velocidad.
Cuando estábamos a punto de bajar por el camino hacia la playa, Jacob tomo otra curva hacia un camino de tierra, que llevaba hacia los bosques que colindaban con el acantilado, el mismo en el que casi me mato. Me pregunte que hubiera pasado si nunca hubiera cometido aquella tontería. Quizá las cosas no serían tan diferentes del día de hoy. O quizás serían absolutamente lo contrario; yo seguiría hundida en un mar de miseria sin poder entregarle mi corazón a la persona de la que ahora estaba aferrada para salvar mi vida. Porque literalmente, Jacob era mi salvavidas.
Seguimos por entre los árboles, pero íbamos hacia arriba, hacia las montañas. No habíamos llegado todavía muy alto cuando Jacob giró de nuevo, y ahora íbamos paralelos a ellas, adentrándonos en el territorio quileute. Nunca había estado en esta parte de la Push. Aunque no había mucha diferencia, seguía siendo muy.. ¿verde?.
-Ya casi llegamos. – Oí gritar a Jacob sobre el sonido del motor, y me aferre mas fuerte a el. Seguimos por otros pocos minutos, cuando los árboles se fueron haciendo cada vez menos abundantes y la hierba del suelo era mas suave y alta. Jacob detuvo la motocicleta y apagó el motor. Fue cuando pude escuchar el sonido de agua.
Bajamos de la moto y Jacob me quitó el casco, alborotando mi cabello con su mano y tomándome de la otra para que lo siguiera. Después de dar unos cuantos pasos lo pude ver: era una pequeña cascada de no mas de 6 metros de altura, rodeada de rocas grises y abundante vegetación. Terminaba en una pequeña laguna, tan clara que podía ver las rocas del fondo, que no era muy profundo, y algunos peces pequeños nadando. El Sol, que ahora se encontraba en su punto mas alto, entraba por el agujero de los árboles apretujados, creando un solo reflejo en el punto donde caía el agua. Era hermoso, y daba una sensación de tranquilidad y bienestar. No parecía un lugar que mucha gente conociera, era casi como estar en una isla desierta, con ningún otro sonido más que el del agua cayendo.
- Sabía que te gustaría. – dijo Jake, mientras me daba un dulce beso en la mejilla.
- ¡Es hermoso! Es tan tranquilo.
- Lo se. No se si alguien mas conozca el lugar; lo descubrí hace poco. Vengo aquí cuando quiero alejarme de las voces.
Me quite la mochila que llevaba en la espalda, mientras respiraba la brisa fresca y sentía algunas gotitas que el viento llevaba hacia mi rostro. Así que por esto era el traje de baño.
- ¿Quieres nadar? – dijo, como leyéndome la mente. Me sonrió y se empezó a quitar los zapatos rápidamente, mientras se acercaba al agua y se iba quitando las prendas. Parecía un niño pequeño excitado por una visita a disneyland, que se apresuraba por subirse al primer juego. Pero Jacob no era ningún niño. Justo antes de entrar al agua, volteo a mirarme y pude admirar su cuerpo esbelto. No era como si no lo hubiera visto antes, era normal que andara con el torso desnudo y unos shorts de mezclilla. Pero no dejaba de crear ese efecto en mí; su piel oscura se adhería a los músculos bien desarrollados de su abdomen. No podía dejar de mirar el discreto camino formado por delgados vellitos que iban desde su ombligo hasta el botón de sus shorts, los cuales no subían mas de la línea en donde perfectamente se podía ver donde comenzaban sus piernas y terminaba la cadera. Me sonrojé al pensar en esa parte de el; lo único que no conocía de Jacob Black, mientras el me daba la espalda y se hundía en el agua. Salió remojado y se posó debajo de la caída de agua, mientras se pasa las manos por el cabello. No tenía nada que envidiarle a esos modelos de los anuncios de Levis.
Me dispuse a despojarme también de mis ropas para unirme a el.




Quería darle privacidad mientras Bella se quedaba en bañador, pero no podía evitar abrir los ojos mientras estaba dentro del agua y ella en la orilla. Se fue desabotonando la playera, un botón a la vez, mientras se quitaba las zapatillas sin desatar con los pies. Era algo increíble. Nunca había visto a Bella en traje de baño, pero sabía que era una chica tímida y supuse que usaría un bañador de una sola pieza o algo así. Pero estaba equivocado. Bella había traído un bikini negro, que muy apenas llegaba a cubrir su cuerpo, solo aquellas partes importantes. Su piel blanca como la leche contrastaba muy bien, dándole un aspecto de ángel recién caído. Podía ver el contorno de sus senos, pequeños, redondos y perfectos. Su pequeña cintura era complementada por un estomago plano, no como el de alguien que hace ejercicio, supuse que Bella era flaca por naturaleza, pero eso no lo quitaba lo perfecta. Sus caderas estaban adornadas por los delgados hilos retorcidos del bañador, y sus delgadas piernas parecían dos torres blancas sosteniendo su cuerpo. Era hermosa. Mi Bella era la mujer mas hermosa en la faz de la Tierra.
Debió darse cuenta de mi mirada, porque su rostro tomo un color rosado, y se mordió el labio. Le regalé una sonrisa para que tuviera confianza, y le indique con el brazo que entrara en el agua.

Ella fue entrado poco a poco al agua, que no nos tapaba mas arriba de las hombros en algunas partes, y en otras muy apenas llegaba a nuestra cintura. Llegó hasta mis brazos y pude verla a pocos centímetros de mi rostro. Me reí fuerte. Tenía los labios morados y la piel de gallina.
- ¿Cuál es la gracia? ¡Me estoy muriendo de frío! – dijo, tratando de sonar ofendida, pero me dio aun mas risa oírla porque los temblores modificaban su voz, haciéndola sonar como niña pequeña.
Se abrazó a mi cuerpo mientras seguía temblando, y yo empecé a acariciar sus brazos con mis manos, esperando que la fricción le provocara calor mientras se adaptaba a la temperatura. Pero Bella no era la única que se estaba calentando. Así abrazados, podía sentir el cuerpo que hace poco estaba admirando; incluso podía sentir la silueta de sus senos y sus pezones erectos por el frío a través de la delgada tela del bikini, oprimiéndose contra mi pecho desnudo. Que no se le ocurra besarme ahora porque no me controlo, pensé. Pero claro, era Bella. Le encantaba provocarme. Inconscientemente, pero lo hacía. Besó ligeramente mi mandíbula, mientras apretaba sus manos contra los músculos de mi espalda. Moví mis brazos hacia los huesos de su pequeña espalda, y la apretuje aun mas contra mi. Fui bajando, sintiendo cada uno de las vértebras de su columna, pasando por el delgadísimo hilo que sostenía la parte superior del bañador, hasta llegar a los dos pocitos que se formaban en la parte baja de su espalda. Baje la mirada, para verla de nuevo en los ojos. Ella solo enfocaba en mi boca, pero no hacia ningún ruido.
- Bella, ¿sabes que estas sacando el adolescente hormonal e irresponsable escondido dentro de mi, verdad?
Sonrió, pero con una sonrisa torcida y coqueta, que no conocía de ella.
- Si, me doy cuenta.
Mierda. Esperó que no se refiera a lo que estoy pensado.
Le seguí el juego.
- ¿Y quieres que ese adolescente hormonal salga de su escondite?
- Eso depende.
- ¿Y de que?
- Si el adolescente hormonal e irresponsable sabe besar tan bien como el Jacob maduro y consciente.
Ja, apuesto que dentro de ti también hay una adolescente hormonal queriendo salir a flote.
- Puedes comprobarlo y luego me cuentas.

No podía negárselo. Ella me controlaba a su antojo con solo sonreír. Porque ya no había retorno, le había puesto mi corazón en bandeja de plata, y ella lo había tomado, guardado en su cofrecito de tesoros y tirado la llave al mar. Pero yo estaba gozando sin duda alguna mi rendición. La besaba con pasión y urgencia. Era indescriptible como sus labios se iban amoldando a los míos, una y otra vez, con cada movimiento que hacia. Su lengua rozando la mía, y viceversa, mientras iba descubriendo cada rincón de su boca. Sus brazos alrededor de mi cuello, y sus manos aferrados a mi cuero cabelludo, mientras yo recorría los costados de su espalda y el comienzo de sus caderas, pasaba mi dedo por su ombligo, sin valor para ir mas abajo, pero si para deslizar mis manos por la línea de la parte inferior de su bikini. Ella movió sus manos hacia mi pecho, mientras arqueaba su espalda y me atraía hacia abajo. Tomé sus manos y rompí el beso, para llegar hasta su cuello y recorrer el camino de su barbilla hasta su oreja derecha; mordí ligeramente su lóbulo, siendo cuidadoso de no lastimarla. A través del sonido del agua que se arremolinaba debajo de nosotros, pude escuchar un pequeño gemido, tan silencioso que estoy seguro de que cualquier otro ser humano no lo hubiera notado, pero sin duda, el sonido mas sexy que jamás había escuchado.
Seguimos así por no se cuanto tiempo, sin notar nada mas a nuestro alrededor, como si en el mundo solo existiera ese mágico lugar, justo en el medio de ningún lado, y nosotros dos en el. Era en estos momentos cuando podía comprender a todos los poetas, y lo que intentaban describir en sus poemas, que antes me parecían cursis y empalagosos. Pero todos ellos se quedaban lejos de lo que en realidad era. Ni siquiera yo podría describirlo. ¿Mágico?¿Incomparable? No se que palabras usaban los poetas, pero todas ellas se quedaban cortas.
Hubo un momento en que tuve que alejarme un poco, porque casi y olvidaba como se respiraba. Besé suavemente sus ojos y la tomé de las manos. La admiré un momento. Admire nuestro cuerpos, pegados uno al otro. El tono blanco fantasmal de su piel hacia un bonito contraste con la mía, mas oscura y rojiza. No podía evitar pensar en la leche con el chocolate. Me reí, idiota Jacob, tenía que arruinar el momento perfecto. Ella se rió conmigo, sin saber bien de que.
- ¿Qué pasa? – dijo, todavía con la voz algo entrecortada por las respiraciones profundas.
- Mix your milk with my cocoa, baby. – dije, recordando aquella canción que estaba de moda, y que nos quedaba como anillo al dedo. Nos reímos juntos por un buen rato, casi parecíamos idiotas. Finalmente nos separamos y comenzamos a juguetear. No había arruinado el momento, simplemente nos estábamos relajando y le seguimos disfrutando.
Disfrutando de nuestro pequeño paraíso. Si fuera un sueño, no querría despertar nunca mas.

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